domingo, 14 de agosto de 2011
La vida de los peces
Cargada de emociones contenidas es la cuarta cinta del cineasta chileno Matias Bize(En la Cama), es un sutil viaje de un hombre que sale al reencuentro con la vida que dejo atrás hace diez años en Chile y va decidido a cerrar ese capitulo antes de radicarse definitivamente en Berlin. La vida esta construida por diferentes decisiones que tomamos pero que pasa con lo que se deja atrás, que ocurre con aquello inconcluso cuando dejamos la puerta abierta. Es el recorrido que plantea el realizador que da vida con su guión a Andrés(Santiago Cabrera), que esta de visita en la casa donde tradicionalmente se celebraran los cumpleaños con un grupo grande de amigos donde todo pasaba. Desde hace diez años trabaja escribiendo para una revista de turismo visitando los lugares más entretenidos para recomendarlo a turistas, su trabajo le implica un gran movilidad, no se queda estancado en ningún sitio a diferencia de sus amigos que tienen la misma residencia en Santiago.
De pronto decide que es tiempo de volver no es casualidad y donde seguramente podría estar Beatriz (Blanca levin) es uno de sus principales motivos, su amor de juventud que ahora esta casada y con hijos. “La vida de los peces” la cuarta película de Matias Bize después de “Sábado”, “En la cama”, “Lo bueno de llorar”. Acá el director logra con mucho talento una retrospectiva de la vida personal, con una sobriedad y manejo de las emociones que le brinda sus experiencias anteriores trabajos filmando también dentro de una sola locación centrando su mirada en la interacción de sus personajes en pocos metros, logrando centrarse en las relaciones humanas dejando de lado lo accesorio.
Cada rincón, el balcón, la cocina, pasillos y dormitorios son escenarios donde se encuentra con diferentes personas y donde va recordando con ellos sus mejores y perores recuerdos. Andrés es muy querido y carga además con la muerte de su amigo en un accidente de tránsito hace muchos años.
Hay muchas lecturas que se les puede otorgar a esta nueva cinta chilena. Pero sin duda destaca por su simpleza y honestidad donde basa sus intenciones, una película llena de moralejas sobre la vida que podrías haber tenido y te deja reflexionando hasta el ultimo cuadro. Es entrañable, no le sobra ni le falta nada y precisamente su nombre deriva de una metáfora planteada donde el acuario que podria ser la casa y son las personas son los peces. La cámara es testigo de este pausado recorrido donde se van uniendo piezas que permiten conocer a personaje principal con muchos silencios por momentos. Otro punto alto que lo constituye la música de Diego Fontecilla, para tener en cuenta, que más que un aliado es otro gran protagonista principal que va acompañando a Andrés en su reedescubriento.
El chileno Santiago Cabrera, que trabajo en “Che: el argentino” de Steven Soderberg junto a Benicio del Toro, entrega un registro totalmente creíble y satisfactorio, logrando un gran complemento con el fugaz reparto. En tanto Blanca Lewin, fetiche del director, cumple a cabalidad entregando ese tono nostálgico y profunda mirada que te cautiva. Una cinta muy recomendable, la mejor de Bize, ideal para aquellos que gusten contagiarse de nostalgia, reflexiones y amantes de los mundos interiores de los seres humanos.
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